Es interesante reflexionar sobre nuestro autoconcepto y autoestima porque en ocasiones nos dan estructura y dirección, pero en otras, vagan por nuestra mente y no son del todo conscientes. Ambos determinan cómo nos vemos y cómo nos juzgamos, qué valor nos damos ante los demás y qué tan importante es la opinión del otro.
El autoconcepto es la imagen que hemos creado sobre nosotros mismos, ese conjunto de características (estéticas, físicas, afectivas, intelectuales) que sirven para definir la imagen de “Yo”. Es relativamente estable, pero también puede evolucionar siguiendo tendencias escalonadas y sutiles. También puede cambiar a través de la psicoterapia con ciertas herramientas que ayudan a modificar creencias sobre uno mismo.
Veamos ciertas diferencias entre autoconcepto y autoestima:
El autoconcepto sirve para describirnos a nosotros mismos, mientras que la autoestima hace referencia a nuestra manera de valorarnos, es el componente moral que nos juzga al momento de definirnos. Así, la autoestima es la respuesta emocional ante la imagen que tenemos de nosotros mismos.
En diferentes contextos suelo escuchar las preocupaciones alrededor de “tener que subir la autoestima” pero creo que sería mejor fortalecer o cambiar creencias en el autoconcepto, les pongo un ejemplo de la vida cotidiana:
Cuando hablamos sobre aquellas cosas de nosotros que nos hacen sentir mal (sean más o menos reales o no), en realidad estamos hablando acerca de nuestro autoconcepto, porque la autoestima es difícil reducirla a palabras. Sin embargo, nuestro interlocutor reunirá esa información y a partir de ahí imaginará la autoestima que tenemos!
Un autoconcepto frágil y que tiende a lo negativo, la mayoría de las veces estará asociado a una autoestima baja y limitante. Incluso podría acarrear problemas de salud asociados a la depresión, insomnio, desorden en la alimentación, así como dificultades en las relaciones interpersonales y baja productividad.
¿Algunas recomendaciones?
- Desarrolla tu asertividad. Aprende a poner límites, no hagas lo que no quieres solo por darle gusto a los demás.
- Confía en tu propio criterio (para no depender en exceso de lo que digan o hagan los otros).
- Evita el perfeccionismo y evitarás muchas frustraciones.
- Cultiva relaciones sociales que te enriquezcan (evita el aislamiento).
- Atiende tu salud con buena alimentación, actividad física y descanso.
- Pon en marcha algún reto que te haga sentir mejor persona.
- Si la imagen que tienes de ti mismo no es favorable y tiendes a juzgarte de una manera muy dura, busca un profesional para que pueda ayudarte a transformar esos conceptos que has construido a lo largo de tu historia y te impiden lograr lo que más quieres! Siempre se puede evolucionar 😊
Virna Hernández Urdaneta
Psicóloga Clínica